lunes, 27 de noviembre de 2017

Celebrar.






Celebrar la libertad.
La salud.
El santuario donde me muevo.
El sol, el calor.
La lluvia y el viento que limpian el aire.
La voz del viento
y de la lluvia.
Celebrar la libertad
de mí misma,
y de las cadenas de mi mente.


Celebrar la visión.
El no-miedo.
La entrega.
El Yo grande.
El desapego.
Soltar.
Despertar de la hipnosis.
Celebrar el despertar.





Celebrar el gozo de la liberación,
la liberación del gozo,
la alegría.
El pequeño disfrute cotidiano que planta las semillas para la explosión,
como una carcajada,
como un llanto místico.




Celebrar el amor aun cuando esté ausente, como un grifo seco.
Celebrarlo, como el sol tras el cielo nublado.
Venerarlo como un único Dios.
O como una Diosa Madre en un Olimpo de diosas y dioses:
la Visión, la Libertad, el Gran Gozo...

Celebrar el Amor como un culto monoteísta.
Como una Madre preñada de Visión, Libertad, y el Gozo Supremo de la disolución.

Celebrar cada día todos esos Yos que llevo dentro. Mis compañeras de viaje.

El Olimpo como mi propio hogar, donde resido.







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