domingo, 5 de febrero de 2017

El apoyo de la sangha.





"Décimo entrenamiento:
Proteger
y nutrir la sangha.


Consciente de que la esencia y el alma de una sangha es la práctica de la comprensión y la compasión, estoy determinada a no usar mi comunidad budista para mi poder o beneficio personal ni a transformarla en un instrumento político.
Sin embargo, como miembro de una comunidad espiritual, debo tomar una postura clara contra la opresión y la injusticia, y debo esforzarme por cambiar la situación sin tomar partido por ninguna de las partes.

Me comprometo a mirar con los ojos del interser y aprender a verme y ver a los demás como partes integrantes del cuerpo de la sangha.

Como verdaderas células del cuerpo de la sangha, somos también células en el cuerpo de Buda al generar plena conciencia, concentración y visión profunda para nutrirnos a nosotras mismas y al resto de la comunidad.

Seré activa en la construcción de la hermandad, fluiré como un río y practicaré para desarrollar los tres poderes verdaderos (amor, comprensión y capacidad de cortar con las aflicciones) para llevar a cabo el despertar colectivo."





Nunca entendió eso  de "proteger la sangha". La sangha se protege sola. No hay enemigo externo porque lo que parece estar fuera también es "sangha". Cómo establecer separaciones y fronteras? Y cuando se tenga que disolver se disolverá, y quizás nacerá algo nuevo.
No hay nada que proteger, desde su punto de vista. Y sin embargo, nunca cuestionó la importancia de "nutrir" la sangha, cualquier sangha, cualquier relación, incluso consigo misma.
Entonces se dio cuenta de que no se trataba de proteger a la sangha de (contra) nadie, ni nada, sino de nutrirse adecuadamente.
En la interconexión, sin perder la visión clara.
Cualquier sangha (la familia, la escuela, el trabajo, la escalera de vecinas, la ciudad, el país, el planeta), como una red interconectada de células conformando el cuerpo de Buda.

La sangha activa, el dharma en acción.
Como un río que fluye hacia el despertar colectivo.
Hacia el reconocimiento
de la vida despierta
que ya vivimos,
el Buda que ya somos.


Y llegó a la conclusión:
Consciente de que necesito a mi sangha espiritual para fortalecerme, investigar, profundizar, comprender y practicar, tomo la determinación de implicarme, compartir y asistir a meditar en comunidad de una manera regular y asidua.
Para desarrollar el amor, la comprensión y la liberación del sufrimiento, personal y colectivo.






"Décimo primer entrenamiento: Forma de vida correcta.


Consciente de que una gran injusticia se ha llevado a cabo en nuestro medio ambiente y sociedad, me comprometo a no vivir de una profesión dañina par la naturaleza o los seres humanos.
Haré lo posible para elegir un modo de vida que contribuya al bienestar de todas las especies de la tierra y que ayude a realizar nuestro ideal de comprensión y compasión.

Consciente de la situación social, política y económica del mundo así como de nuestra interrelación con el ecosistema, me comprometo a comportarme como consumidora y ciudadana responsable y a no invertir o comprar en empresas que contribuyan al agotamiento de los recursos naturales, dañen la tierra y priven a otros seres de vivir."





A veces le parecía poco, insignificante, su tendencia al consumo local y ecológico, respetuoso con las personas, animales y el medio ambiente.
Era sólo una tendencia, no una firme determinación, pero algo era.
Por otra parte, no se consideraba una gran consumidora y era activa en el dar y recibir
(no necesariamente el intercambio, simplemente dar, o recibir),
objetos de uso como ropa, libros, etc.

Aparte de eso, a veces contemplaba la explotación y la injusticia (de las personas, animales, el planeta), como algo que desbordaba su minúscula aportación.
Entonces, como Avalokiteshvara (el bodhisatva que reconocía triste su incapacidad para salvar a todos los seres), esperaba la llegada de la madre Tara, para ayudarla a comprender mejor.

A veces le tocaba tener un día triste para desear aún más, humildemente, la presencia en su vida de Tara, y Prajnaparamita, y Vajrayoguini,
arrancando de cuajo y de una vez por todas
todos sus miedos.



"Décimo segundo entrenamiento: Reverencia a la vida.

Consciente del enorme sufrimiento causado por la guerra o los conflictos, estoy determinada a cultivar la no-violencia, la compasión y la visión profunda en mi vida diaria.

Trabajaré para promover la educación, la paz, la meditación consciente y la reconciliación en las familias, comunidades, naciones, grupos étnicos, religiosos y en el mundo.

Me comprometo a no matar y a no permitir que otros maten.
No apoyaré ningún acto de violencia en el mundo, en mi pensamiento o en mi trabajo.

Practicaré en la sangha la visión profunda para descubrir los mejores medios para proteger la vida, prevenir las guerras y construir la paz."





Sin visión profunda, esto no es vida.
Sin comprensión profunda, el miedo siempre acaba venciendo.
Y ella sola no podía.
Necesitaba a su sangha para apoyarse
y darse fuerzas
y fortalecer su amor
y profundizar su comprensión del interser.

Como en un naufragio (cuando contemplaba tanto dolor), necesitaba a la sangha como tablas de salvación para mantenerse a flote. Y no sucumbir a la hipnosis de sufrimiento.




Siempre había sentido una profunda reverencia por la vida,
por la atención profunda en cada instante (aquí y ahora),
en cada relación (con las personas, los seres vivos, los objetos aparentemente no vivos).
¿Siempre?, se preguntó.
Podía ver claramente que cuando ganaba el miedo era porque se había olvidado de todo eso,
de la atención plena
y el instante presente.
Cuando ganaba el miedo, tenía más que ver con preocupaciones de futuro y recuerdos rechazados del pasado.

Decidió que tenía que tomarse más en serio la reverencia por la vida (el 12 entrenamiento),
con atención profunda en cada instante presente, aquí y ahora,
con entrega.

Y necesitaba a la sangha
y el dharma
(el cuerpo y la mente de Buda)
para no perderse en el camino.




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