lunes, 16 de enero de 2017

Libertad de pensamiento, sin apego.





Al día siguiente, cuando leyó el segundo entrenamiento,
se dio cuenta de que, precipitadamente, ya lo había incluido en el primero.

"Segundo entrenamiento:
No apego
a los puntos de vista.

Consciente del sufrimiento causado por el apego a los puntos de vista y a las percepciones erróneas, estoy determinada a evitar tener una mente estrecha y aferrarme a los puntos de vista actuales.

Me comprometo a aprender y practicar el no-apego a los puntos de vista personales para estar abierta a los puntos de vista y experiencias de los demás, con el fin de beneficiarnos de la sabiduría colectiva.

La sabiduría se revela mediante la práctica de la escucha compasiva, del mirar en profundidad, del soltar nuestras nociones, y no tanto a través de la acumulación de conocimientos intelectuales.

Soy consciente de que el conocimiento que poseo ahora no es permanente, ni la verdad absoluta.

La verdad se encuentra en la vida, y por ello observaré la vida dentro y alrededor de mí misma en cada momento, dispuesta siempre a aprender de ella".






Abrirme a los puntos de vista de otras personas enriquece mi visión y comprensión de las cosas, al asumir también otros enfoques -repitió para sí.
Además, abrirme a otros puntos de vista significa una práctica de "cambiarme" por los demás, el amor afectivo que se pone en la piel de la otra persona.
Una práctica de amor.
De disolución del ego separador, al dejar de ser tú misma (tus opiniones personales) por unos instantes.

La escucha atenta es también una entrega relajante y reconfortante, al dejar de aferrarse a una misma por un tiempo, aunque sea corto.


"El conocimiento que poseo ahora no es permanente.
La verdad se encuentra en la vida, y por ello observaré la vida dentro y alrededor de mí misma en cada momento, dispuesta siempre a aprender de ella".

La vida, ese guión kármico tan lleno de sentido, tan cargado de señales.

Tomó una firme resolución:
Estaré atenta.





El tercer día también reconoció la conexión con los dos primeros entrenamientos.
Lo curioso es que en el primer momento de la lectura tendía a pensar que era más de lo mismo, pero conforme profundizaba advertía matices nuevos.

"Tercer entrenamiento: Libertad de pensamiento.

Consciente del sufrimiento originado cuando impongo mis puntos de vista sobre los otros, me comprometo a no forzar a los demás -incluidos mis hijos e hijas- a adoptar mis puntos de vista, ya sea con el uso de la autoridad, ya con las amenazas, el dinero, la propaganda o el adoctrinamiento.

Me comprometo a respetar el derecho de los demás a ser diferentes, a elegir sus propias creencias y a tomar sus propias decisiones.

Sin embargo, aprenderé a a ayudar a los otros a renunciar al fanatismo y a la estrechez mental mediante el diálogo compasivo y el habla amorosa".





Vive tu vida.
Que sea la tuya propia; no la mía ni la de las expectativas familiares, ni las que dictan los referentes culturales y celebridades de moda.
La vida que necesitas vivir.
A donde el corazón te lleve, como decía el título de aquella novela.

Pero vivir mi vida no me da derecho a intervenir en contra de las vidas de los demás.
Como en un organismo vivo, como un cuerpo único, que cada célula haga su función sin interferencias, para que las demás puedan realizar la suya.


Ayer tocaba escucha atenta, cambiarse, comprender las razones y las vivencias de los demás.
Hoy toca respetar su camino, apoyarlo, reconocerlo.

Tanto como el propio.

Estaría atenta.





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