sábado, 14 de enero de 2017

El budismo como guía, no como dogmatismo segregador.







Después de su ausencia de varias semanas, volver a la cita de meditación con la sangha resultaba familiar y reconfortante.
Silencio.
Conforme iban llegando, se sentaban en silencio, en círculo.
Y ella miraba hacia dentro, a ratos, y a ratos miraba las caras en silencio, instalada ella misma en el silencio.
Y al mismo tiempo, fundiéndose con cada una de las historias en proceso.

Después del saludo y la presentación inicial, la facilitadora anunció que leería los 14 entrenamientos de la Plena Consciencia de la Orden del Interser, dándoles espacio para la meditación tras la lectura de cada uno de ellos.
Al final de esta meditación guiada, ella, que no era de correr demasiado sino de instalarse en un punto (la entrega, la inmersión), decidió que en los días sucesivos iba a dedicarse a observar con atención cómo estaba presente cada una de estas prácticas en su vida cotidiana.
Cada día una sola.
Si estaba presente de una forma natural, integrada, o no; las dificultades, las resistencias, los efectos, la vivencia personal.




Al día siguiente se despertó temprano (despertar biológico, aún bajo los efectos del cambio de horario tras el viaje) y buscó la copia escrita de los 14 entrenamientos.

Leyó.
El primer entrenamiento: Apertura.

"Consciente del sufrimiento creado por el fanatismo y la intolerancia, tomo la determinación de no idolatrar ni aferrarme a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluida la budista."

"Me comprometo a contemplar las enseñanzas budistas como una guía que me ayude a aprender a mirar profundamente y a desarrollar comprensión y compasión. No son doctrinas por las que luchar, matar o morir".

"Entiendo que el fanatismo, en sus diversas manifestaciones, es el resultado de una percepción discriminadora y dualista de la realidad".

"Me entrenaré para mirarlo todo con apertura y la visión del interser, de forma que se pueda transformar el dogmatismo y la violencia en mí misma y en el mundo".




Es una opinión, un punto de vista, nada personal -solía decir ella cuando, en medio de una conversación, se descubría en conflicto.
Es sólo un punto de vista y mañana puede cambiar. Seguramente ya está cambiando.
No es nada personal.

No quería aferrarse a ninguna opinión personal.
Por supuesto, tampoco la budista.

Y sin embargo, ahí estaba, como una guía en su vida.

Pero no podía permitir que ni ésta, ni ninguna otra creencia, la segregara de los demás, de lo demás.
Que la instalara en una visión dualista y separada.

No necesitaba ninguna otra excusa para la separación en su vida.
Ni la sangha, ni la familia, ni el país, ni la cultura.
Hoy le tocaba ver cómo funcionaba todo eso en su vida cotidiana.
Si la ayudaba a comprender y conectarse o, por el contrario, a generar prejuicios y separación.

Hoy le tocaba observar el nivel de apertura en su vida.


Se recordó a sí misma, una vez más:
Que tus creencias no te hagan menos libre.
Ni a los demás.






4 comentarios:

  1. Excelente Marié, que bien escribes y transmites!!! Gracias por compartir.

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  2. Gracias a ti, Gemma, por tu facilitación.
    Un beso.

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  3. Muy bueno Marié!!!! Esa es la esencia de las enseñanzas.

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    Respuestas
    1. Julio!! Qué alegría!!
      El viernes que viene te toca a ti.
      Qué ganas!
      Y qué ganas de verte!!

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