jueves, 3 de noviembre de 2016

El amor no necesita de la aprobación de nadie.






Al final del retiro, una mujer se le acercó al maestro. Estaba muy triste. "En toda mi vida, he sido incapaz de amar a mi propio hijo", le confesó.
Quién te ha dicho eso?, le preguntó al maestro.
Mi hijo, respondió ella.

¿Aceptaste llevarlo dentro de ti durante nueve meses?, preguntó él.
Sí, respondió ella, sorprendida por la pregunta.
¿Le diste a luz?
Sí, claro.
¿Le diste de comer, te levantabas en la noche cuando tenía pesadillas?
Sí.
¿Le enseñaste a hablar, a caminar, a comer...?
Sí.
Todo eso es amor verdadero, dijo el maestro.
Eso son hechos, actos de amor, dijo él.
Lo demás, son interpretaciones de tu hijo, sus proyecciones; son cosa suya.
Las criticas de tu hijo tienen que ver con su estado mental, y no necesariamente con lo sucedido. Ni mucho menos con lo que tú sientes.

Eso es amor.

Y el amor no necesita la aprobación de nadie.
Ni siquiera de la persona amada.




La ingratitud es lo contrario del despertar, de la mente clara.
Porque la ingratitud procede de una mente estrecha y limitada, que pone el foco y se aferra a unos cuantos recuerdos desagradables.
Así es como funciona el ego.
Al ego le encanta transportar heridas emocionales y las convierte en la base de su existencia. Vive de eso.
Ken Wilber lo explica muy bien:

"El ego transporta heridas emocionales como la base misma de su existencia.
Diligentemente, colecciona afrentas (insultos, heridas), incluso cuando esto le produce dolor,
porque sin estas heridas simplemente no existiría".




La claridad mental, el despertar -continuó el maestro-,
consiste en abrirse, en ver el cuadro completo. Y comprenderlo.
Comprender es amar. Y amar es comprender

Pero mientras decida quedarme en mi sufrimiento, expresaré ingratitud.

Sólo cuando dejo de identificarme con ese sufrimiento,
cuando comprendo que ese sufrimiento no soy yo
sino que está basado en una parte selectiva e interesada de mis recuerdos
(interesada por parte de mi ego, desesperado por estar aquí, en primer plano),
sólo entonces, con una visión libre de perspectivas egóticas,
es cuando me libero de mi sufrimiento, de mi ignorancia, y me acerco al despertar.

Que el estado mental de tu hijo no sea tu espejo.
No caigas en la trampa. No te lo creas.
Basta con que comprendas (su estado mental, y el tuyo propio)
y sigas presente.
Estoy aquí para ti.

Eso es amor.






(Thay Doji.
Retiro de Corella, 2016)









6 comentarios:

  1. Admirada Marie. Como siempre siguiendo tu blog y aprendiendo. Pongo a disposición como acción solidaria mi acompañamiento psicológico online - free para las personas que lo requieran. Gracias por compartir. http://blogcarlosramirez.blogspot.com.co/2016/08/apoyo-emocional-su-alcance.html

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  2. Ostras...no coincido en absoluto con esa visión. Y eso está bien...buena señal en mí el hecho de cuestionar. Besos Marié.

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  3. Casi que sí. En absoluto. Por mi experiencia, claro está. Es que has dado de lleno con el tema que después de 43 años me ha permitido salir de este largo sueño. Cada caso, cada alma, cada familia es un mundo. En mi poemario infantil, en la dedicatoria, les di la clave a mis hijos para en un futuro poderse liberar. Y el día que me vengan a reclamar tendré la oportunidad de pedirles perdón. Y no quiere decir que viva con culpabilidad hasta ese momento...que se dará. Es un poco complejo. El maltrato físico y emocional estuvo normalizado (es por tu bien) y con ese dolor (rabia, odio, culpabilidad-hay algo malo en mí si no soy respetado y amado) la mente no tiene nada que hacer..el cuerpo sabe..y habla. El cuarto mandamiento en la cristiana..y una forma muy confusa y, en mi opinión, irrespetuosa en el caso de este hombre que, de nuevo es mi opinión, le quitó la oportunidad a esta mujer y a su hijo de tener una relación basada en la realidad de lo que fue y lo que es ( y lo que puede llegar a ser desde ahí).

    Un abrazo fuerte!

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  4. Gracias por compartirlo, Sonia.

    Un abrazo fuerte y feliz semana! :)

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