viernes, 24 de junio de 2016

Lazy Day.






Lazy day.
Que este día no se acabe nunca.
Cantan los gallos, también perezosos.
Cantan los pájaros, sin prisa. Ociosos, a la sombra del árbol.
Silban, trinan, graznan, como una orquesta sin dirección, y tan armónica, así, tal como es.
No hay mayor armonía que el flujo de la vida, piensa.
Le sobra el pensamiento, piensa.
Esa manía de poner palabras, como un intento de compartir, con nadie.

Que no se acabe nunca este día, "lazy day" en el retiro de Plum Village.
Día libre, ausente de actividades.
Que no se acabe nunca esta mañana después del desayuno.
Este ofrecerse a la sombra del árbol.
Ha salido el sol en la campiña francesa.
Que no se acabe nunca esta mañana.
(Como ayer pensaba que no se acabe nunca esta mañana, esta tarde, esta noche).
Que el momento presente sea eterno, siempre.









Su amigo ya había estado varias veces en los retiros  de Plum Village.
Unos días está bien pero 21 días es demasiado, le dijo.
21 días, 21 años, 21 horas, ella sabía que podía estar aquí eternamente.
Ya tengo otra casa en el mundo, pensó.
A su amigo (otro amigo) le gustaba viajar, moverse, descubrir nuevos paisajes, como una hoja al viento, sin raíces. Linda sensación, ella también sabía de eso. Como una hoja al viento, en tierra de nadie.
Pero ella, cuando llegaba a un lugar, lo convertía en su hogar. Ya tengo otra casa en el mundo, solía pensar. Otro lugar donde volver.




Así que Plum Village ya era su hogar, y podía estar 21 días o 21 meses o 21 años, si la vida así lo disponía.

Mariposas sobrevuelan el césped de hojas verdes y azucenas, los campos.

Hay muchos mundos en este mundo.
Y, en cada uno de ellos, mi hogar, pensó.
Y luego dejó de pensar.





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