viernes, 9 de agosto de 2013

Como un espejo.











Querido amigo:

Ya sé que es mucho más fácil decirlo que hacerlo (pero a veces lo difícil hay que hacerlo igualmente).
Y, además, puede que me equivoque. Aún así me arriesgo, por si algo de lo que digo tuviera algún sentido para ti, y si no es así, volveremos a reírnos de mi torpeza y ya.
Dices que tu reto ahora mismo es tu hijo pequeño, que le amas muchísimo (ya sé que es la persona que más amas en esta vida) pero que cuando entra en tu espacio empiezas a experimentar un subidón de estrés hasta el momento en que deja tu casa. Así que entiendo que tu reto es sentirte relajado desde el momento en que le ves hasta que se va. Que no te altere nada.
Sentirse relajado significa soltar (el control) y aceptar.
¿No será posible que tu "estrés" le altere más a él y seáis como dos baterías que se cargan mutuamente?
Quizás si tu empiezas a soltar (control) y a aceptar (contemplación, respiración...), él va a acabar captando tu tranquilidad y se tranquilizará. Tú ya sabes que esas cosas se transmiten y se contagian...



Querida amiga:

¿Vas a darle poder a un simple rato de aburrimiento para volver a subir la dosis de anafranil? ¿Sólo porque te sientes sola esta tarde, vas a ofrecerte a las garras del miedo y al refugio de los antidepresivos?
Es como si cada vez que no se cumplen mis deseos (y esto es inherente a la experiencia humana, amiga mía, de todas y cada una de las personas con las que te cruzas, y los animales también) decidiera atiborrarme de pastillas...



Se detuvo un momento y dejó de escribir la carta para pensar:
¿Acaso no era eso lo que hacía, ella y cada una de las personas con las que se cruzaba, los animales también, recurrir a los antidepresivos, cada vez que no se cumple algún deseo?
Sólo que en cada caso varía la forma del antidepresivo:
a veces es abrir la puerta de la nevera y comer; ver la tele, ir al cine; organizar ágapes con l@s amig@s, leer un libro, pasear, meditar...
Ya sé que no siempre, que en sí mismas nos son "antidepresivos" -reconoció-, pero
a menudo los usamos como tales.





En la hora para "compartir", al final de la meditación, ella juntó las manos, las llevó a la altura de su corazón y empezó a hablar:




Quería compartir aquí que a veces escribo cartas que nunca envío. Y es que casi siempre me doy cuenta de que, más que un mensaje para la persona que solicita mi opinión, resulta una observación para mí misma. Como cuando alguien me plantea un conflicto de urgente solución y resulta como un espejo de la situación de ligera marejada que yo misma enfrento en mi vida, tan ligera que ni siquiera la había percibido.
Y es como si la carta a mi amigo ya hubiera cumplido su función.

A veces escribo cartas que nunca envío, y a veces callo cuando alguien pide "consejo" respecto a un problema que ha aparecido en su vida. Y es en el momento en que voy a responder cuando me doy cuenta de que me vendría bien aplicarme la misma medicina.

Como no soy un dechado de "presencia", para interpretar las situaciones y paisajes que aparecen ante mi vida, da la impresión de que necesito que alguien afronte un gran conflicto y que reclame mi parecer, para que mi voz (¿es mía realmente?) me haga consciente de mis propios conflictos.

Y es que, quizás, en este mundo, en este sueño, todos somos espejo de los demás.




A veces mi amiga insiste (¿qué hago?) y yo siento que eso no está en mi mano: yo no sé lo que tú estás preparada para hacer, sólo tienes que seguirle la pista a tus propias respuestas para saber el lugar en el que estás y desde ahí decidir el camino que en cada momento puedas afrontar.




Querido amigo:

Te pasas la vida haciendo cosas que disfruten los demás -y eso está muy bien, siempre que no se nos vaya el tiempo detrás de meras distracciones.
Pero, por qué no empiezas a hacer una lista de cosas que disfrutes tú?
(Y ya sabes de lo que hablamos cuando hablamos de "disfrutar").

Te pasas la vida resolviendo trámites y tareas "urgentes".
Por qué no empiezas a hacer una lista de las cosas importantes?

Te deseo lo mejor, ya lo sabes.

Buen verano y feliz travesía.


PD: Muchas gracias por aparecer en mi vida para reflejar el lugar donde estoy, mis propios conflictos sin resolver, carencias y limitaciones. Y las posibilidades también.






2 comentarios:

  1. buenas..solo quería compartir respecto a tu amigo y su hijo. Entiendo su desasosiego; acabo de pasar casi dos meses con mi hijo que ahora se ha ido a vivir a Miami con su padre. He acabado exhausta y como bien dices, la aceptación y la presencia son herramientas imprescindibles. En mi caso, por mi personalidad, para algunas cosas necesito comprensión del porque de las dinámicas que se crean, que son dolorosas para ambos. Pedí comprensión y llegó y nos ha ayudado a ambos. Si me lo permites, le diría a tu amigo que no se culpabilice. A mi me costó reconocerme a mi misma que le rechazaba, pero al hacerlo y perdonarme, pude trascender de alguna manera la situación. Y gracias a reconocer este rechazo inevitable he podido comprender muchas cosas de mi infancia y el rechazo que sentía que provocaba...uf! los círculos se van cerrando y el dolor también me ha traído regalos.
    Hay un libro que me ayudó en un momento dado, se llama "tu hijo, tu espejo".

    Un abrazo!!!!

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    1. Precioso y significativo título.
      Muchísimas gracias por compartir.

      Y felicidades por la experiencia.

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