viernes, 27 de julio de 2012

Primero los cajones.











Querida amiga:


Discúlpame la tardanza en responder a tu carta. No hay ninguna explicación válida, como si de repente simplemente me hubiera quedado sin algo que aportar o compartir.
Como si de repente nos quedáramos sin alma, de tanto dedicar el tiempo a las gestiones con la mente de "gestiones".
"Primero los cajones", dice mi amiga Emi. Se anima a llevar a cabo un proyecto que podría ser importante para ella y dice que sí, pero primero los cajones. Y es que la pillo poniendo orden en los cajones de su estudio.
Poniendo orden en los cajones, organizando, recuperando, actualizando, deshaciéndose de lo que ya no vale.
Y pienso que esa escena algún significado tiene, en esta película que estámos proyectando -ella y yo.
Así que si quieres poner orden en los cajones primero, está bien.
Pero cuidado con que después de poner orden en los cajones, no toque barrer y fregar y limpiar los cristales y salir a la compra y cortarse las uñas de los pies...

Hace tiempo, estábamos en un retiro de meditación budista, en un ala de un convento de monjas dominicas, que solían alquilarnos para la ocasión.
Por los pasillos había estanterías llenas de libros.
Nuestro retiro era de silencio y concentración, y cada persona tenía que tratar de enfocar su atención en el objeto de meditación elegido.
Pero de repente algun@s de nosotr@s nos sentíamos inexplicablemente atraíd@s por los libros de las monjas dominicas, y nos llevábamos a nuestro cuarto la biografía de Santa Catalina de Siena o los fundamentos de la liturgia cristiana.
Algo en lo que probablemente en nuestra vida cotidiana nunca habíamos mostrado el mínimo interés.
Pero así es la mente desconcentrada cuando quiere escaquearse de lo que ha decidido hacer.
Siempre encuentra motivos de interés adicionales aun en medio del desierto, aunque haya que buscar debajo de las piedras.






En fin, que pienso que tanto lío para qué.
Me voy a nadar en estas aguas cristalinas y verdes sobre una alfombra de arena fina y blanca y continúa la proyección de tantas películas al mismo tiempo.
Como una obra coral. Aventuras familiares, laborales, l@s amig@s, asuntos del piso y sus habitantes del verano, la hija que sigue buscando trabajo (peripecias mil), los proyectos del hijo y su puesta en escena, las crónicas del Festival de meditación al que no he asistido, las novedades que ya se prevén para el curso que viene, la última canción de la radio en el coche, la película de la tele de anoche...
Entro en las aguas cristalinas y es como el sueño de la noche, como el sueño de vigilia, como morir (según cuentan), y acuden sin orden ni concierto (aparentemente) todas las proyecciones que llenan esta vida, tan llena.
Te imaginas si es así en el momento de la muerte, una proyección sin fin de una obra coral?
Tanta ocupación, tanta dispersión sin control alguno, sin riendas, entregada a los vientos del karma.


















Cómo sería de otra manera?
Como si abriera la mano y soltara los hilos y dejara marchar todos esos globos de colores.
Como si, en medio de la proyección de esta película coral, momentáneamente enfocara mi atención en la pantalla que le da soporte (clara, sin color ni forma ni características físicas) y todas las imágenes se disolvieran en su vacuidad.
Y me sumergiera en esa calma.

Tanto lío para qué.
Poner energía en tanto lío, para qué.
Darle vida a tantas historias, que nos acaban confundiendo
y secuestrando,
para qué.

Y retiro mi atención
y la llevo a la pantalla de fondo,
al cielo claro, inmenso, infinito
donde me empeño en poner tantas
y tantas
nubes, desatar tantas tormentas y tempestades
y a veces luminosos arcos iris y puestas de sol
que, al final, comprendes que no son nada,
cuando pones tu atención en la pantalla clara
que acoge
la ilusión
de esta obra coral.

















3 comentarios:

  1. Que razón tienes Marié, mi mente está incansablemente ansiosa pensando en todo lo que hay que hacer, limpiar, planchar, comprar, trabajar, llamar a fulana o mengano y cuando se satura del agobio de la lista interminable se pone a ordenar papeles, armarios, cortarse las uñas... Por qué cuesta tanto concentrarse en lo verdaderamente importante? El fin de semana que viene lo dedicaré a un curso de concentración con mi querida Chokga, ya os contaré....
    PD. Que suerte tienes de poder disfrutar del mar!
    Un abrazo
    Carolina

    ResponderEliminar
  2. Sí, Carolina, por favor, cuéntanos sobre ese curso de concentración con Chokga. Escribe cosas y comparte los apuntes, OK? Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Ok así lo haré.
    Un abrazo

    ResponderEliminar